Yo no soy moderado.

Mi naturaleza no es moderada.

Y en un arrebato de sinceridad monstruoso conmigo mismo, hace años me di el permiso de aceptar que mi falta de moderación se debía a que la estridencia y la disrupción me permitían esconder mis carencias.

Alguien sin conocimiento, talento o sin habilidad podría pintar arte abstracto muy estridente y pasar completamente desapercibido.

Por ello, aprendí a pensar de forma moderada.

Me senté durante horas y horas en una silla, estudiando, leyendo, recibiendo clases, haciendo trabajos, evaluándome a través de exámenes. Después, continué.

Hoy destino horas a seleccionar libros, a encontrar obras descatalogadas que tienen ese estudio que me interesa conocer; esa publicación que solo puedes leer si la compras por un dineral; esa enseñanza que solo puedes tener si te embarcas en un libro de 800 páginas en francés.

No escatimo en el precio que algo realmente valioso me lleva a pagar porque entiendo que esa es la llave que me permite poder polarizarme todavía más y volver siempre de nuevo al centro.

No soy moderado, pero ahora puedo serlo. Y también dejar de serlo.

Lo fácil es irse al extremo y quedarse ahí, siendo disruptivo, diciendo barbaridades y que todo el mundo se quede mirando. Lo fácil es ser estridente, extremado, salvaje.

Lo difícil es razonar añadiendo ese grado de complejidad necesario para entender que la distancia que separa a los opuestos es directamente proporcional a su similitud.

Si fueras mi cliente, te diría:

“Ese punto que no existe y que, sin embargo, es el lugar en el que los antagonistas se encuentran…

Solo lo puedes detectar si te detienes y profundizas en tu forma de mirar.”

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía te hablaré sobre la mentalidad de abundancia. Esa forma de ver y de entender la vida que te lleva a dar unos pasos de un modo muy concreto y que hace que la abundancia florezca en tu vida.

Inicialmente, a nivel material y después en muchos otros planos.

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