Volvamos a mirarnos.

Con todos estos cambios tan disruptivos que estamos viviendo, hay algo que hemos perdido.

Y no es la paciencia.

Ni la capacidad de comprometernos.

Ni siquiera la humanidad.

Es la mirada.

No me refiero a ver, me refiero a mirar.

A ese momento en el que los ojos se detienen y se encuentran.

A cuando no solo ves a alguien, sino que lo reconoces.

Hoy, las miradas son fugaces, distraídas, ausentes.

Miramos pantallas, no personas.

Nos comunicamos con emojis y audios que escuchamos a 2x.

Y nos perdemos lo esencial:

La otra persona también existe.

Y si te cuesta mirar a alguien a los ojos es porque también has dejado de mirarte a ti.

Porque la incomodidad no está fuera, está dentro.

Cuando no te sostienes la mirada, evitas que otros también lo hagan.

Cuando te descuidas, te desvinculas.

Y cuando te desvinculas, ya no ves. Ni te ven.

¿Sabes lo que produce el simple hecho de mirar a alguien a los ojos durante unos pocos segundos?

Presencia.

Y en la presencia, se empieza a construir de nuevo ese vínculo que tanto anhelas.

 

En la Píldora de este sábado del Programa de Inteligencia Evolutiva, te hablo sobre crear alianzas, el modo de construir tu propia tribu y volver a formar parte de un nosotros.

Si fueras mi cliente, te diría:

“No necesitas que te vean. Necesitas empezar a mirar.

Porque solo quien mira de verdad, termina siendo visto.”

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