Hoy mi gato me ha dado una gran lección.

Nosotros vivimos en una casa con terraza y piscina, en un pueblecito pequeño del Algarve. Es una casa con bastante luz y muy orientada al exterior, mucha ventana y una gran puerta que da a la terraza. Y lo solemos tener todo abierto ya que entramos y salimos.

En estas condiciones, nuestro gato es el más feliz del mundo.

Porque entra y sale cuando le place. El ritual suele ser siempre el mismo: por las mañanas se va a dar una vuelta, luego se va a la guardería, una guardería que lleva un par de años vacía y que tiene un jardín lleno de árboles y maleza, y ahí se enzarza a intentar cazar algo. Luego vuelve a casa, si hay premio nos lo trae, nosotros liberamos al animalito que sea, de sus garras; lo curamos y lo soltamos. A las 10h se echa su primera siesta del día en el sofá. Después se sube un rato a una ventana a ver la calle. Si ve algo interesante, se va tras ello; si no hay nada interesante, se vuelve a la guardería. Al mediodía, ya hace calor y se queda fresquito en casa hasta la tarde. Cuando baja el Sol se empieza a activar, se va a dar una vuelta en busca de otros gatos o nos lo llevamos al campo para que corra como una liebre. Luego descansa un rato en casa y hacia las 20h su padre le viene a buscar.

Su padre es un gato callejero, naranja, guapo y limpio como él. Es un salvaje y siempre viene con algún zarpazo nuevo y nosotros le curamos. Le damos de cenar y luego padre e hijo se van por ahí, hacia las 22.30h vuelve a casa a cenar, inmediatamente tras comer algo, pide que le abramos la puerta y se marcha de nuevo una hora más. Hacia las 23.30h vuelve, maúlla para que le abramos y ya se relaja en el sofá, y nosotros nos vamos a dormir.

Bien, pues hay un árbol delante de casa que es donde él se afila las garritas. Vio que su padre subió a ese árbol y desde entonces está todo rayado porque él quiere subir. Lo intenta, pero se queda a mitad de camino porque hay que ser capaz de clavar las garras en mitad del tronco para coger impulso y llegar arriba. Además, ese árbol es una tentación porque arriba hay pájaros.

Esta mañana ha salido a dar una vuelta y en seguida ha vuelto a casa. Se ha puesto a maullar en la puerta para que le abriera. Le abro la puerta y está dubitativo, mira el árbol, mira el salón de casa, mira el árbol, mira el salón. Ve al lado del sofá un juguete que a él le gusta, una ratita que lleva un cascabel dentro. Se plantea si realmente eso saciará las ganas que tiene de jugar. Da un paso hacia dentro de casa.

Pero se detiene.

Mira la rata y sabe que NO es lo que realmente quiere.

Se dirige hacia el árbol dispuesto a pagar el precio. Se pone junto al tronco, clava la mirada en la rama a la que quiere llegar, empieza a mover el trasero (como hacen los gatos para coger fuerza), se tensa entero y salta. Llega hasta mitad del tronco, queda abrazado a él, clava las garras que lleva afilando en ese árbol desde hace días, se impulsa de nuevo y llega a la rama. Lo ha conseguido.

Feliz, va como loco recorriendo las ramas, subiendo cada vez más, intentando acercarse a un pájaro precioso que hay arriba. No lo coge, ni siquiera se acerca a cogerlo, pero no le importa.

Le aplaudo desde abajo, dándole la enhorabuena. Me mira con ojos de satisfacción. Se acomoda entre las ramas y decide que esta mañana, la siesta se la echa arriba del árbol.

Si fueras mi cliente, te diría:

“La sociedad da por hecho que fracasarás.

Y por eso, te rodea de juguetes hechos para que te conformes con ellos en vez de ir a por aquello que realmente quieres.

Pero de ti depende conformarte con ellos o no hacerlo.”

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía, te hablo del cambio y de las estrategias que puedes llevar a cabo para vencer las resistencias de todos aquellos que intentarán impedírtelo.

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