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Todos queremos vivir aventuras.
En la Píldora del sábado pasado, me adentré en un tema: Hacer trampas.
Y preferí no continuar metiéndome en ese jardín y destinar la Píldora del próximo sábado solo a ese tema.
Porque sé que es un tema que os interesa.
Os encanta ver a gente que es capaz de romper las reglas, de cruzar límites, de hacer cosas que parecen imposibles.
Ver a gente arriesgándose y surfeando en zonas grises.
¿Pero por qué tanto interés?
Pues porque en el fondo todos deseamos ser lo suficientemente valientes para convertir nuestra vida en una aventura.
Las aventuras empiezan cuando cruzas los límites.
Las historias siempre empiezan cuando el protagonista hace algo que no debe hacer, algo que no puede hacer, algo que los demás no quieren que haga.
Bien, te diré un tip de mentalidad:
No se trata de hacer trampas, se trata de poder hacerlas.
Eso se llama opcionalidad.
Cuando te ciñes a las reglas estás limitando tus opciones.
Y no se trata de reglas sí o reglas no, se trata de evaluar los riesgos en relación con el beneficio y tomar una decisión.
Los niños solo ven el mundo en forma de bueno o malo, blanco o negro…
Pero los adultos tienen que cruzar esa visión polar para entender que bueno o malo son categorías excesivamente simples, y cada situación requiere de una evaluación mayor para comprender el ratio riesgo-beneficio.
NADA es solo bueno y nada es solo malo. El mundo es un flujo infinito de causas y efectos, lo que es bueno para unos es malo para otros, lo que es dinero para unos es pérdida para otros, y a pesar de que puedan existir cooperaciones win-win, jamás llegarás a ellas si tu mirada no entiende el lugar en el que estás y la posición que ocupas.
Y para descubrirlo, no puedes estar pensando en bueno o malo.
Tienes que estar buscando el modo de ampliar las opciones que te proporciona el tablero en el que estás jugando.
Este sábado trataré este tema en la Inteligencia Evolutiva, si no te lo quieres perder escríbeme por WhatsApp para contarme los motivos por los que quieres apuntarte a la Membresía.
Si fueras mi cliente, te diría:
“Cada situación siempre puede dar mucho más de sí.”
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