Tienes que verte como un diamante.

Presta atención.

Esto es importante.

Si quieres transformar tu vida, primero tienes que transformarte tú.

Esto lo sabes.

Lo que no sabes es el modo.

El modo de hacerlo es mediante un proceso de pulido. Por ello, se utiliza tanto la metáfora del diamante.

Un diamante en bruto es un pedrusco.

Para poder pulirlo necesitas analizarlo, ver sus pros y sus contras, y a partir de eso trazar un plan.

La gente cree que la transformación de lo de adentro se hace desde dentro. Pero no es así. Lo que nos pule por dentro es lo que está afuera.

Un diamante no se pule desde la parte más pura del diamante, se pule haciendo unas incursiones, unos cortes, en la costra superficial.

Estos cortes no los puedes hacer con un bisturí o con un martillo. Tienes que hacerlos con una hoja de sierra recubierta de polvo de diamante.

¿Has escuchado eso de que solo un diamante puede cortar a otro diamante?

El modo de pulirte requiere que te rodees de personas con complejidades más afinadas que las tuyas.

Ese entorno es el que te genera el nivel de presión que necesitas para pulirte.

Es por ello que hay varios cientos de personas pagando 100€ todos los meses para pasar su mentalidad por el fuego y trascender la forma de pensar en la que está atrapado todo el mundo.

Los cien euros son un filtro para estar rodeado de personas con niveles de complejidad mayores que los de la mayoría.

Y cada sábado, la Píldora que te mando es un bisturí con una punta de diamante que irá puliendo y puliendo, desprendiendo todas esas impurezas que hacen que se te pueda confundir con un pedrusco y que vaya sacando esa parte de ti que brilla y que es capaz de deslumbrar a ese mundo que te rodea.

A medida que vayas puliendo tu mentalidad, descubrirás que cada vez tiene más valor, y ese valor será el que transformará, desde adentro, tu mundo de afuera.

Si fueras mi cliente, te diría:

“Necesitas tener la certeza de que dentro de ti hay un valor capaz de transformar toda tu vida.”

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