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Reinas Magas... Gracias.
Papá Noel, es un hombre.
Los Reyes Magos, son hombres.
Hombres que vienen una vez al año a traer regalos.
Reflejo de esos hombres tan esperados, que antaño iban a guerras, a prosperar en otras tierras o que se habían marchado para no volver y, aun así, se les seguía esperando…
Hombres que pasaban su vida alejados de la familia y, cuando volvían, lo hacían cargados de regalos para compensar el tiempo que habían estado afuera.
Ese es el código cultural de Papá Noel y de los Reyes Magos.
El hombre vuelve por Navidad.
Y debido a ese hombre esperado, a veces se nos olvida que la Navidad, lo realmente maravilloso de la Navidad, se lo debemos a las mujeres, que han sabido crear, proteger y cuidar de su hogar y de sus hijos a pesar de la ausencia del hombre.
Ese hogar seguro, esas comidas calientes, esos dulces maravillosos.
El calor del hogar siempre ha sido la mujer, que a pesar del trabajo que hiciera, de lo cansada que estuviera, de las circunstancias que hubiera… cuidaba de la familia con sus remedios y recetas, manteniendo el calor del hogar desde la cocina.
Hoy en día queda mal asociar a la mujer a la cocina. Con tanta prosperidad, con tanta modernidad, renegamos de lo que han sido las mujeres durante siglos: abuelas, madres, hijas… valientes, fuertes, cuidadoras. Mujeres que sabían cocinar, que sabían cuidar y que lo hacían por amor.
Si pienso en mi abuela, la recuerdo en estas fiestas encerrada en la cocina, haciendo un montón de comida para todos. Cuidándonos, sin cuestionarse si eso era patriarcado, si eso era justo o injusto, si eso la sobrecargaba… Era su cultura y la de mi abuelo, y no sé si era buena o mala, pero a mi abuela le hacía mucha ilusión hacer las recetas que le había enseñado su madre, darnos de comer a todos, tenerlo todo controlado para que disfrutásemos y pasásemos un gran día.
Me alegro de que la cultura avance, de que trascendamos al patriarcado, de que los hombres nos pongamos el delantal y de que no haya nada más que un “nosotros juntos cuidándonos”.
Pero no voy a renegar de lo que han sido nuestras abuelas y nuestras madres, no voy a humillarlas tachando lo que han hecho como algo malo, vergonzoso o injusto. Mido las palabras de este mail porque me siento incómodo por la presión política que hay, pero me da igual lo modernos que seamos, porque si ese hombre que estaba afuera tenía un hogar al que volver era gracias a que las mujeres cuidaban de sus hijos los 364 días del año.
Y eso no se consigue desde ninguna otra parte de la casa más que de la cocina. A la familia se la mantenía viva desde la cocina. Gracias a esos remedios que curaban las infecciones, los resfriados o la tos. Buscando la manera de sacar alguna receta a pesar de la pobreza, a pesar de que no hubiera de nada, a pesar de que lo tuvieran todo en contra. En cada casa hay dos centros, la cocina y la mesa. Y ellas se ocupaban de la primera para que en la segunda siempre hubiese algo que llevarse a la boca.
Lo que han hecho no puede ser olvidado porque gracias a ellas estamos vivos.
No estoy hablando de violencia (aunque la había y mucha), estoy hablando de lo que han sido y siempre serán esas mujeres en nuestros corazones:
Calor, Esperanza y Amor.
Digamos adiós a una forma de vivir para que todos seamos más conscientes y este mundo sea más justo.
Pero antes de decir adiós que no se nos olvide decir: GRACIAS.
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