Esta semana alguien quiso hacerme un regalo.

Fue una persona que no conozco (y que muy posiblemente está leyendo esto).

Me escribió para hacerme un regalo a cambio de NADA.

Hay que añadir que el regalo no estaba nada mal.

Pero eso no era lo relevante. Lo importante era que desconocía lo que esa persona esperaba con ese regalo.

Evidentemente mi respuesta fue NO.

El motivo es que no quiero regalos de personas que no conozco, porque todo tiene un precio y si el precio queda oculto yo quedo cegado a los intereses reales de esa persona.

Aceptar que te hagan un regalo, que te hagan un favor, que alguien te resuelva un problema… Te pone en una posición de vulnerabilidad, ya que implícitamente al aceptarlo se genera una forma de compromiso.

Por supuesto que si sois amigos míos o gente que conozco y me queréis hacer regalos serán bienvenidos, pero tengo que saber la causa de ese regalo, si es por amistad, si es por agradecimiento, me parece genial. Si detrás de ese regalo no hay una explicación que pueda comprender…

No lo aceptaré.

Porque implícitamente estaré aceptando algo más que no conozco.

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