Bueno, tras el mail incendiario de ayer, he leído varios comentarios en Telegram e Instagram.

Algunas personas me preguntan:

¿Qué es el sistema? ¿El sistema no somos nosotros?

Bueno, hay que recordar que “el sistema” es solo un concepto, cada uno puede referirse a ello describiendo lo que quiera.

Técnicamente todos los seres humanos, organizaciones, estados… de este mundo formamos parte de eso que llamamos “el sistema”.

La respuesta corta es: Sí, formas parte del sistema.

Con tus interacciones, con tu trabajo, con tu consumo, con el uso de servicios, con vivir en un país y pagar unos impuestos… sigues la inercia del movimiento del sistema.

Pero no influyes en la estructura, ni en la forma o la dinámica del sistema. Por ello, eres una parte pasiva del mismo.

Puedes creer que una pequeña varianza en tu comportamiento puede generar una especie de efecto mariposa que sembrará el caos en la otra punto del mundo y será el inicio de una gran revolución que lo cambiará todo.

Correcto, puedes creerlo.

Varios mensajes de los recibidos apuntan hacia la rebeldía en contra del sistema:

• Dicen que a ellas/os no les afecta porque están fuera del sistema o son antisistema aún estando dentro del sistema.
  

• Creen que por ser conscientes del problema les afecta menos, les hace menos vulnerable.

Y sí que es posible que ser consciente del problema minimice el impacto que tienen las estrategias de ingeniería social que aplican a la población, quizás tomas menos azúcar, haces ejercicio, pones límites a tu conexión digital, te proteges de la luz azul, apagas el wifi cuando te vas a dormir, hablas con tu pareja o con tus hijos en la cena, y dejas de defender estrategias polarizadas que solo hacen que enfrentar a la población.

Pero de ahí a librarte… hay un trecho.

Y ya no te digo de creer que escapas al sistema o que se la juegas.

Me lo dices mientras sujetas un móvil de última generación, que lo has pagado financiándolo con tu operador de telefonía que te estafa todos los meses cobrándote una cuota por una línea y unos megas que no valen nada, sentada en un sofá con chaise-long que te lo montó un tío que contrataste en una aplicación, un sofá que está en esa vivienda que terminarás de pagar dentro de 20 años y que aún siendo legalmente tuya no puedes ni vender ni alquilar al precio que tú quieras, en la que tienes contratados unos suministros de los que dependes y que no dejan de incrementarse aleatoriamente y sin que tengas ningún control…

Evidentemente para poder sostener esa vivienda, esos suministros, ese móvil, esa línea… tienes que trabajar. Destinar 8 horas diarios a ir a un lugar a hacer lo que te manden a cambio de un sueldo que jamás compensará el sufrimiento que esa esclavitud te causa. En el mejor de los casos, estarás comprando tu libertad montando tu negocio y entregando el 50% de lo que factures a un estado que en cualquier momento encontrará algún motivo para sancionarte y dejarte completamente arruinada y sin poder pagar los últimos 15 años de hipoteca.

Un estado dirigido por empleados de un partido político que malversan tus impuestos gastándolos en estrategias para seguir en el poder o llevarse tanto como puedan mientras ocupan su cargo. Todo eso mientras te dicen que se lo gastan en educación y en sanidad, una educación que impide a los profesores hacer su trabajo y que impone lecciones de género a los niños, y una sanidad que ha sido completamente expoliada de recursos y que ha sido maltratada sistemáticamente.

Dime ¿en qué momento te sales del sistema?

Te lo digo yo.

Nunca.

¿Y qué haces si no puedes salir?

Implicarte en la creación de tu propio sistema.

Si fueras mi cliente, te diría:

“Puedes formar parte del sistema de otro, o crear el tuyo.

Empieza a generar valor, a desarrollar pensamiento crítico, a cuestionar aquello que te intentan vender como normal.

Encuentra esa forma de vivir, y hazte responsable de defender tus derechos, tus valores, tu respeto.

Y usa tu poder para influir activamente en el sistema.

Hasta hacerlo TUYO.”

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía te hablo de la pasión como acción transformadora del mundo.

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