Primeras sensaciones.

¿Primeras sensaciones de Dubái?

Muy buenas.

Hay esa imagen de que Dubái son coches de lujo y megaricos mafiosos gastando a lo bestia y utilizando a la gente sin escrúpulos.

Pero lo que ves aquí es gente de todo el mundo, a la que en general le va bien, eligiendo vivir en un lugar que se lo pone fácil, que les cuida y que no les causa problemas.

Los trámites son sorprendentemente fáciles y agradables. Hay muy poca presión del Estado. Y, en general, las personas que viven aquí o que tienen empresa aquí tienen un margen infinitamente mayor para enriquecerse que cualquiera que viva en Europa.

Si ganas bastante dinero y quieres escapar de las garras de la fiscalidad europea, tiene todo el sentido que vivas aquí, porque el estilo de vida es muy agradable, los lugares son muy bellos y, sobre todo, es muy seguro.

Y algo que nos sorprende es que las muy buenas estancias, los buenos restaurantes y las actividades exclusivas están a precios similares a Madrid y, por supuesto, mucho más económicos que Japón.

Evidentemente, si buscas superlujo lo encuentras. Pero para que te hagas una idea, los alojamientos (y nos alojamos a un nivel muy alto) son más lujosos y a la vez más económicos que en Madrid.

Estoy dando una visión positiva porque, de momento, lo que vemos es positivo. Y, a medida que vayamos descubriendo un poco más esto, iré contando también los contras.

Es una gran ciudad, como puede ser Tokio, Nueva York o Londres, con rascacielos, mucho negocio, mucho ocio y gente de todo el mundo. Pero aquí las barreras de entrada son muy accesibles, los impuestos muy bajos y el nivel de control muy relajado, cosas que en el resto de países son infernales.

Hace tiempo que me di cuenta de que los países son productos.

Se consumen y al mismo tiempo te exigen algo a cambio.

Puedes consumirlos como turista, y tienen un precio.

O puedes consumirlos como ciudadano, y tienen otro.

Y también puedes aprovecharte de sus recursos, como sus estructuras empresariales, su fiscalidad o su moneda, sin que te pidan mucho a cambio ya que les beneficia más a ellos que a ti, y es en ese punto en el que accedes a una ventaja asimétrica que te permite cambiar completamente las reglas del juego.

Cuando te das cuenta de que los paises son productos, es inevitable preguntarte:

¿De verdad esto vale el precio que cuesta?

Si fueras mi cliente, te diría:

“Juega con las opciones que los países te dan a tu favor, siendo tú quien los utiliza y no ellos a ti.”

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