Por si no fuera poco... me he alquilado un despacho.

Una de las cosas que más he echado de menos de Barcelona es mi despacho.

Era un espacio genial en la calle Balmes, esquina con Provenza. Una zona increíble, llena de tiendas, cafés, restaurantes, librerías…

Y para quienes estuvisteis en mi centro, sabéis que era bastante grande, típico de los edificios antiguos del Eixample: suelos hidráulicos y techos altos.

En Portugal nuestra casa es amplia y tiene varios espacios en los que trabajar relajado, incluida la buhardilla que es donde me veis en los eventos.

Pero me faltaba algo: un espacio fuera de casa para desconectar de todo.

Y ya lo he encontrado.

Estaba buscando un piso para montar una especie de atelier, un estudio para grabar las Píldoras y vídeos, hacer los eventos online, tener mis libros, un sofá y poder leer tranquilo.

No encontré algo así.

Lo que encontré fue algo que jamás habría imaginado, un centro de negocios.

He alquilado un despacho que, según ellos, es de tamaño medio (yo lo veo más bien pequeño pero comparado con otros que tienen es bastante grande). Es muy agradable, con una gran cristalera, cerca de casa y, lo mejor de todo… con muchos servicios.

Y esa es la clave: los servicios.

Desde hace unos años, al alojarme en hoteles cada vez mejores, descubrí que la gran ventaja frente a un AirBNB no es la habitación… son los servicios.

Si te has alojado en hoteles de 4 y 5 estrellas lo sabes: no solo son los desayunos y gimnasio.

Tienes desde alguien que aparca tu coche, spa, restaurantes internos, zonas privadas de coworking con salas de reuniones, algunos hasta catering 24 horas, planchado de camisas, reservas en restaurantes, servicios de transfer, o recepción de paquetes y envío de maletas…

Algunas cosas las cobran aparte, pero la comodidad y el ahorro de tiempo compensan.

Y eso lo valoro cada vez más.

Con el despacho me pasa igual.

Incluye recepcionista gran parte del día, internet de alta velocidad, limpieza, una nube vinculada a impresora y escáner, salas de reuniones, coworking, cocina, máquina de café, aparcamiento… incluso acceso a oficinas de la misma red en muchas ciudades del mundo.

Servicios que me hacen la vida más fácil y que, al tenerlos centralizados y delegados, justifican pagar un poco más de lo que valdría ese mismo despacho en cualquier otro lado.

Sinceramente, cada vez valoro más mi tiempo.

Por eso delego todo lo que no quiero hacer o me hace perder energía. Busco ecosistemas que ya tengan resueltos esos detalles, con personas responsables de que todo funcione.

Eso, en teoría de sistemas, se llama retroalimentación.

Y es lo que hace que ese lugar deje de ser solo un despacho, igual que esos hoteles dejan de ser solo hoteles.

Se convierten en ecosistemas que te retroalimentan.

Exactamente lo mismo sucede con la Mentoría de Inteligencia Evolutiva.

Te proporcionamos un ecosistema que te impulsa, dándote acceso a un grupo de personas, a herramientas, a estrategias, a encuentros… que te llevan mucho más lejos de lo que llegarías si tuvieras que gestionar todos esos contactos, conocimientos y experiencias por tu cuenta.

La Mentoría está cerrada y no abriremos plazas hasta nuevo aviso.

Pero lo que sí puedes hacer es apuntarte a la Membresía de Inteligencia Evolutiva.

Mis eventos son solo para quienes forman parte de la Membresía y, además, a la Mentoría solo pueden acceder los que ya están dentro.

Porque la Membresía es donde se da el primer salto de mentalidad.

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