Hace unos años publiqué lo que en ese momento eran mis principios.

Lo hice en forma de video curso y era gratuito.

Solo me apetecía compartir una forma de ver el mundo que era útil.

(Por si te lo preguntas, ya no existen).

En esos principio había uno al que le tengo especial cariño y decía así:

“No olvides quién eres.”

Y es tan importante porque a veces olvidamos quién somos.

Nos dejamos llevar por las normas, por la inercia, por los deberes, por las tareas… Y para cuando nos miramos en el espejo no nos reconocemos porque lo único que vemos es alguien que sigue un protocolo y que hace mucho tiempo que dejó de pensar por sí mismo.

Lo hemos visto recientemente, profesionales eligiendo su carrera, su sueldo o su puesto, antes que su deber de salvar a las personas, protegerlas, socorrerlas o defender a su país.

No es una crítica. Entiendo perfectamente la situación en la que se les puso y la decisión que tomaron. Pero no deja de darme pena. No el hecho de que dejasen morir a las persona, que encubran a gente fallecida a pesar del dolor de sus familiares o que sean cómplices de un asesinato de cientos y cientos de personas.

Sino que como sociedad estamos apagando nuestra naturaleza humana a cambio de un personaje social completamente vacío.

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