Te escribo este mail justo después de terminar un libro.

Llevaba meses con él (y yo no tardo meses en leer un libro).

Pero era uno de esos libros a los que no llegas si no has recorrido un trozo del camino, y cuando llegas…

Tienes que demostrar que has recorrido un trozo del camino porque te pone a prueba desde el principio hasta el final.

Al terminar un libro así, sientes que te quedas lleno y vacío al mismo tiempo. Feliz y abrumado por todo lo que acabas de vivir, pero triste porque tienes que despedirte de unos personajes que no volverás a ver.

Cuando eso me sucede, mi mente en seguida me lleva a la pregunta ¿cuál es el siguiente libro?

Y esta pregunta siempre es una trampa.

Porque lo que quiere decir es ¿cuál es el siguiente libro que tengo que leer para seguir sintiéndome así?

Lo que intento es apegarme a la emoción que estoy sintiendo, permanecer en ella y eso es porque ya no estoy ahí.

El impulso por seguir “estando en ese momento, en ese lugar, en ese estado” automáticamente te dice que ya no estás ahí.

Y cuando me doy cuenta de la trampa, sé que no quiero un siguiente libro igual, no quiero lo mismo, no quiero sentirme del mismo modo.

Quiero seguir adelante y disfrutar de lo que me depara el siguiente paso.

Entonces, solo observo mi cuerpo integrando la experiencia que acabo de vivir, permitiendo que me transforme para descubrir de nuevo quién soy ahora.

Cuando me reencuentro conmigo mismo y me siento de nuevo, sé cual es el siguiente libro que tengo que leer.

Siempre es el siguiente tramo del camino.

Si fueras mi cliente, te diría:

“Cuando no te conoces, siempre estás perdido.”

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía te hablo sobre hacer desaparecer los problemas.

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