Descubre el límite.

No puedes manejarte bien de verdad en los entornos en los que participas si no conoces las reglas.

En una empresa nueva, con un cliente nuevo, en un grupo de gente que no conoces…

Siempre hay unas reglas, ya sean explícitas en forma de normas o implícitas en forma de límites personales de cada uno.

Y para desenvolverte bien, tienes que descubrirlas.

¿Cómo se hace?

Probando.

Probando a la gente.

Para ello, asume que no hay normas, asume que no hay límites ni reglas.

Experimenta cada momento de forma libre, siendo respetuoso, pero sintiéndote en libertad.

Y descubrirás que el modo en el que te relacionarás encontrará sus topes. La gente aceptará tu libertad hasta que pises ciertas líneas rojas; ahí se empezarán a poner nerviosos. Entonces, da un paso atrás.

Pero cuando se relajen, vuelve de nuevo a pisar la línea para asegurarte de que ese límite es firme.

Tantea sus límites, pero sin cruzarlos, para ponerlos a prueba.

Y descubrirás que muchos de esos límites, reglas y normas no se sostienen, no son coherentes; simplemente se respetan porque siempre han estado ahí y nadie ha tenido el valor de cuestionarlas.

En la Píldora del Programa de Inteligencia Evolutiva de este sábado, te cuento cómo jugar con el deseo de los demás, y para ello, tienes que ser capaz de cruzar unos cuantos límites.

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