Te despiertas sobre las 3 de la mañana y aunque intentas volverte a dormir, no lo consigues.

Un pensamiento fugaz te desvela y te descubres pensando en cualquier cosa absurda que te preocupa.

Recreas en tu cabeza esa conversación, esa situación, el modo en el que harás eso que llevas tiempo con ganas de hacer. Pero incluso en tu propia imaginación nada resulta tan fácil como parece, y de repente la situación se empieza a complicar.

Entonces te preguntas, ¿qué hora debe de ser?

Coges el móvil, lo enciendes, te da un fogonazo de luz en los ojos y ves que son las 04:16h. Recuerdas que te levantas en menos de 3 horas. Empiezas a agobiarte porque la luz te ha desvelado y piensas que ya no vas a dormir, ya no queda nada para levantarte, y no te lo puedes permitir porque mañana, o bueno mejor dicho, hoy tienes un día complicado con muchas cosas pendientes por hacer que requieren que tengas un mínimo de lucidez.

Te agobias, te incorporas, bebes agua, coges el móvil, te tumbas, dejas el móvil. Cierras los ojos y te rindes, una noche perdida, piensas. Sin darte cuenta, en algún momento caes en un tenue sueño. Al poco rato suena el despertador.

El problema es que a partir de ese momento, ya no solo te preocupará esa conversación, esa decisión, esa situación o eso que quieres hacer… Ahora también te preocupará despertar a medianoche y no poder dormirte.

Hay una solución para ello, el sábado te cuento.

Si fueras mi cliente, te diría:

“Los problemas que no se resuelven, generan problemas secundarios que son más difíciles de resolver, incluso que los primeros.

Ataja aquello que te preocupa de raíz.”

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía te hablo sobre el futuro y el enfoque para dejar de tener miedo.

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