Las relaciones son como el fuego.

Las relaciones son como el fuego.

Un poco de llama aporta calor, vida, pasión.

Pero demasiado fuego… lo quema todo.

Cuando el fuego está demasiado fuerte y aparece un problema, todo se incendia.

Las chispas del miedo, de la ira, de los celos… saltan hacia todas partes y lo queman todo.

El error es dejar que arda sin control.

Porque puede apagarse y que no sepamos encenderlo.

O que arda a lo bestia y no sepamos graduarlo.

La clave está en la mentalidad.

En saber sostener la llama para que sea constante, cálida, apasionada.

Y aceptar que habrá momentos en los que se descontrole, apagándose o quemándolo todo.

Lo importante no es evitar lo uno ni lo otro. Lo importante es ser capaz de aceptar esos picos tan extremos, limitar los daños, y después tener la capacidad de llevar la llama de nuevo a ese punto maravilloso en que alimenta en vez de destruir.

No se trata de huir del fuego.

Se trata de darte cuenta de que el fuego eres tú.

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