Fidelio.

Esta semana he asistido al evento del Club 84, y ayer fui el invitado en el Club Aurum, en el que di una ponencia para los socios.

Sé que esto de los clubs genera mucha curiosidad.

Y por ello os voy a contar un poquito de qué trata.

Básicamente, trata de compartir conversaciones con personas que han cruzado un umbral a nivel profesional que hace que les resulte complicado coincidir con personas que han cruzado ese mismo umbral.

Suena prepotente, pero no es prepotencia. Es una cuestión puramente de potencia.

Alguien que conduce a nivel profesional a 350 km/h puede conversar y llevarse genial con alguien que, a nivel particular, conduce a 120. Pero lo que realmente le divierte y le nutre es conversar con pilotos profesionales que van a 370 km/h.

Porque con esas personas pueden hablar de detalles sutiles que suceden cuando vas a esa velocidad, detalles que los demás no conocen, no entienden y ni siquiera imaginan.

Mi consejo es que siempre busques esos núcleos en los que puedas compartir con personas que van a tu misma velocidad, como mínimo.

Y si logras mejorar y consigues grandes resultados, llegará un momento en el que cada vez te resultará más difícil encontrar entornos en los que haya personas que vayan a tu misma velocidad.

En esos lugares, muchos querrán compartir tiempo contigo, preguntarte sobre cómo mejorar su marca, cómo avanzar más rápido… Y ese será un tipo de conversación que no sería tu elección si realmente puedes elegir, sería una conversación por la que cobrarías.

Y ahí es donde entran esos clubs, en los que profesionales que se manejan en esos entornos son capaces de organizar encuentros para personas que en algún aspecto han logrado profesionalmente algo extraordinario.

Personalmente, me nutre muchísimo compartir tantas horas con personas que han experimentado tanto, que han puesto a prueba tantas estrategias, herramientas, tecnología, y que, cada uno en su campo, tiene una visión tan compleja como precisa en aquello en lo que hacen. La visión compartida, las conversaciones, la experiencia es sensacional.

Y lo más gracioso de todo es que en esos entornos, nos relajamos, y es cuando menos nos da por hablar de trabajo.

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