¿En qué pasillo estás?

Siempre que hablo sobre las mentiras suceden dos cosas:

La primera es que la gente pone el grito en el cielo como si por hablar de las mentiras estuviese animándoles a mentir.

La segunda es que les genera mucho morbo y aunque estén en contra no pueden dejar de mirar.

Porque en el fondo se mueren de ganas de sacar a ese diablillo que lleva dentro.

Están cansados de ser tan buenas personas, tan complacientes, tan previsibles… imponiendo siempre la verdad como norma a pesar de que algunas veces haga más mal que bien.

Esta semana voy a hablar sobre las mentiras. También sobre las verdades. Pero más sobre las mentiras.

Y lo primero que quiero dejar claro es que:

Las mentiras, cuando no son para evadir tu responsabilidad, para manipular al otro o para conseguir algo que de otro modo no te lo darían, y se orientan hacia un bien mayor, tienen mucho más valor que la verdad.

Pero aquí volvemos al problema de siempre y es que la mayoría no asume la responsabilidad sobre su propio discernimiento. Están tan acostumbrados a que les digan lo que tienen que hacer, a que otros piensen por ellos, que cuando les toca ser decisores se paralizan esperando a que alguien les diga avanza o quédate quieto.

La pregunta es:

¿Vas a dejar de ser un puto mueble?

Si fueras mi cliente, te diría:

“Si quieres mejorar en tu vida empieza a asumir responsabilidades y la primera que tienes que asumir es la de pensar por ti mismo.”

 

🔥  ATENCIÓN 🔥

Este sábado en la Membresía te hablo sobre la importancia de NO decir siempre la verdad.

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