El mundo es muy grande, y muy bello.

Ayer volamos a Dubái.

Estaremos aquí un par de semanas, por trabajo, pero también por placer.

Y no, no nos mudamos a vivir aquí.

Pero sí que queremos explorar otros lugares del mundo y las oportunidades que nos brindan.

Porque una de las estrategias más inteligentes hoy es descentralizarte.

La mayoría de personas ni siquiera se plantean salir de la ciudad o del país donde nacieron.

Y lo entiendo.

Ahí están sus vínculos, sus costumbres, su historia.

Pero también están sus límites.

No cuestionarlo es lo que te mantiene atrapado en un sistema que ya no te representa, que ya no te protege, que ya no te sostiene. Todo lo contrario.

Piensa en esto, si trabajas de los 20 a los 65 años, más o menos 20 años de tu vida los entregas al Estado.

Veinte años de esfuerzo, de talento y de energía que ya no volverán.

No digo que no haya que pagar impuestos, pero sí que hay que cuestionar si esos impuestos (y en esa cantidad) realmente son útiles o solo están al servicio de los intereses privados de una élite corrupta.

Y cuando lo cuestionas te das cuenta de que eligiendo otro sitio donde vivir, podrías decidir libremente el modo de gestionar tus ingresos y la cantidad que de verdad consideras que es justo compartir con el país en el que resides.

Yo pago impuestos, pero una cantidad de impuestos con la que me siento cómodo y alineado con mis valores.

No se trata de evadir, se trata de entender cómo funciona el juego.

Y jugarlo mejor.

Porque el mundo ha cambiado.

Y en este nuevo mundo, la libertad no te la da un país.

Te la da el permiso que te das para tomarla.

Igual que hice con Japón, iré compartiendo nuestro viaje por Instagram.

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