El amor para toda la vida.

Nos han enseñado a tener miedo de ilusionarnos.

Nos repiten frases como: “el amor no dura para siempre”, “las mujeres son unas interesadas”, “los hombres no se comprometen, solo quieren lo que quieren”, “el amor verdadero no existe”… como si fueran verdades absolutas.

(Es posible que sean verdades, pero de quién te las dice. No tuyas.)

Y claro, desde ese lugar… ¿cómo vas a apostar de verdad por alguien?

¿Cómo vas a dar lo mejor de ti si ya estás convencido de que todo va a terminar?

Empiezas las relaciones con poca implicación porque te estás protegiendo del daño que imaginas que te van a hacer. Y eso hace que las instrumentalices.

Que te centres en recibir tu trozo de pastel cuanto antes, para no quedarte sin él si la fiesta termina abruptamente.

La realidad es otra:

El amor puede durar toda la vida.

Y si no dura toda la vida, puede gobernar una gran parte de ella, llevándote a vivir una relación maravillosa, aunque en algún punto pueda terminar.

Pero si realmente la vives, entregándote y disfrutándola, en caso de que termine, en tu boca solo habrá una palabra:

Gracias.

Pero para ello, hemos de aprender que las grandes historias tienen episodios oscuros, momentos malos, a los que llamamos crisis.

Y tienes que aprender a gestionar estas crisis para que todas tus historias no terminen cuando aparece la primera adversidad.

Esto es lo que te voy a enseñar en la Píldora de este sábado, del Programa de Inteligencia Evolutiva a levantar tus relaciones en los momentos bajos, para hacer que las historias duren lo que tengan que durar, pero no que terminen antes de tiempo.

Si fueras mi cliente, te diría:

El amor de tu vida no se encuentra, se construye. Y para construirlo, tienes que dejar de huir cada vez que aparecen los problemas.

Si eres psicólogo/a, terapeuta, coach o te dedicas al desarrollo personal, en septiembre empieza la 12ª Edición del Máster de Metaprogramación Cognitiva®.

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