Demasiado miedo a que se rompa.

Vivimos intentando que nada se rompa.

Que no haya caos, ni conflictos, ni desorden.

Pero a veces, romper es necesario.

Hay amistades, trabajos, relaciones o partes de ti que ya no encajan.

Y en vez de dejarlas ir, las retienes. Apretando unas contra otras cada una de sus partes.

Porque te da miedo pensar en lo que sucederá después si las sueltas.

Pero ese miedo no es prudencia.

Es cobardía.

El conflicto NO siempre es una amenaza.

El caos NO siempre es un error.

A veces, la única forma de reconstruir algo, es destruirlo.

Pero si no lo aceptas lo único que conseguirás es que se destruya igualmente, pero en otro momento y sin tu permiso.

En la Píldora de este sábado hablaré del caos y de la importancia de aceptar niveles cada vez mayores del mismo.

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