Conecta las partes.

Si contemplas como cosas separadas tus rituales diarios, tus hábitos, tus rutinas y las tareas, tu cerebro creerá que son cosas que empiezan y terminan en sí mismas, y las desconectará.

En esa visión reduccionista, todo está fragmentado, cada acción que realizas está centrada en su propósito y no contempla que, después de eso que haces, harás otra cosa que se verá influida por lo que ya has hecho.

En mi ritual de las mañanas me gusta leer, tomar el sol y beber un café. Pero algunas lecturas eran muy complejas, y a pesar de que me hacía profundamente feliz meterme en esos temas, cuando terminaba ese café sentía mi cabeza embotada. Cansada de haberme adentrado en ese laberinto. Me sucede sobre todo con los libros de alquimia, hermetismo, filosofía… los que son muy simbólicos, que en un par de páginas tienes horas para profundizar y reflexionar.

Luego, cogía el ordenador y, al ir a escribir el mail, me sucedían dos cosas. La primera es que me sentía cansado, y la segunda es que tenía una macroactivación en mi cabeza sobre lo que acababa de leer que me impedía pensar en otra cosa.

Las partes, cada una en sí misma: el ritual de lectura y luego escribir el mail, son maravillosas. Pero si la lectura no es la adecuada, afecta negativamente a la siguiente, escribir el mail.

Cuando construyes una vida mirando focal y aisladamente, cada una de las partes, pero no pones la distancia que te permite ver el conjunto, estás perdiendo efectividad, y el resultado son fugas de energía y mucho desgaste.

En cambio, si ves tu vida sistémicamente, descubres que, haciendo una serie de correcciones, fácilmente reduces esas fugas. Y no solo eso, generas bucles de retroalimentación que hacen que: rituales, hábitos, rutinas y tareas, creen sinergias y se potencien unas a otras.

Ahí sientes que todo avanza, que fluye, que los resultados aparecen, que las cosas funcionan. Todo está conectado, y cada acción que haces añade más potencia y precisión a ese engranaje maravilloso que es tu día, tu semana, tu mes, tu año… Tu vida.

PD: Puedes hacerlo solo o acompañado.

Si fueras mi cliente, te diría:

Si la vida supone demasiado esfuerzo y sufrimiento,
es que algo estás haciendo mal.

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