Compartir por obligación, no es compartir.

En el mail de ayer te decía que cuando no puedes ser mala persona, tampoco puedes saber si eres buena persona.

Lo mismo sucede con la gente que comparte su vida con otras personas.

Ya sea con una pareja con la que tienes una hipoteca, cuando compartes tus días con compañeros de trabajo con los que estás obligado a trabajar, cuando tienes que vivir con un familiar porque no te queda más remedio o cuando sales con unos amigos que son los únicos que tienes…

Cuando compartes por necesidad, no puedes saber si estás compartiendo de verdad porque esa relación es una obligación basada en una necesidad.

Necesitas ese contexto y, en consecuencia, permaneces en él.

Pero no puedes saber si seguirías ahí si las condiciones fuesen otras.

Y luego sentimos ansiedad, ataques de ira, depresión… porque sentimos que nos falta algo. Sí, lo que nos falta es la libertad para poder elegir.

Hemos normalizado estilos de vida que no son sanos. Creemos que hemos trascendido la esclavitud solo porque no vemos las cadenas. Y, sin embargo, nunca hemos estado más atrapados.

Creo firmemente que hemos de ser capaces de reconquistar nuestra libertad.

Para descubrir quiénes somos. Para elegir de verdad con quiénes queremos compartir nuestra vida.

Este sábado voy a compartir una Píldora en el Programa de Inteligencia Evolutiva sobre las trampas y errores que cometemos al compartir, y el modo de hacerlo correctamente (son unos trucos que valen oro).

Si eres psicólogo/a, terapeuta, coach o te dedicas al desarrollo personal, en septiembre empieza la 12ª Edición del Máster de Metaprogramación Cognitiva®.

Aquí tienes toda la información.

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